Sobrevuela
un ángel divino
tiene
la piel blanca virginal
un
pelo largo ondulado, de destellos
unos
ojos que emanan deseo
unos
labios aptos para el beso
unas
manos delicadas de hada
un
cuerpo listo para profanar
y
armas letales de fuego.
Su
blanco está en la mira
su
sombra señal del pandemónium,
viste
mi vergonzosa desnudez
dispara toda su munición sin compasión
por la ciega pasión
que domina su corazón.
que domina su corazón.
La
guerra del sexo no da tregua,
ni
tiempo para diálogos de paz.
Al
aterrizar entre mis brazos
para
comprobar si el pulso
golpea
aún en mi yugular
lleva
una sonrisa de satisfacción,
de
deber cumplido.
Su
maldición es una bendición.