Me da miedo que te
mueras,
que te pase algo malo,
que desaparezcas de la
nada
de un momento a otro
para siempre,
que te esfumes sin
volverte a ver
por última vez,
sin volverte a decir
que te amo de manera auténtica
y real.
Conozco tu carácter,
tu terquedad por
sobresalir,
por imponer tus ideales
por encima de toda
adversidad,
tu impetuoso oleaje de perpetuar
tu huella
en la arena blanca del
tiempo,
tu animo sincero por
salvar el mundo
de su lenta e injusta extinción.
Tu ingenuidad de pensar
que nada extraordinario te
puede pasar.
de no medir los peligros
de
tus bruscas decisiones,
de olvidarte de tu gente
querida,
de pasar por alto lo
superficial, lo mundano;
para entregarte a lo realmente
importante
de la vida. Tu locura.
Me da miedo que termine
lo nuestro,
de la misma forma como
empezó,
por generación
espontánea en los
tubos de ensayo de la
casualidad.
O lo que es peor que nos
separe
la muerte sin poder
despedirnos,
o más trágico aún, que
nos separe
la vida estando vivos,
que interponga entre
nosotros
una distancia más grande
que la de la misma muerte.