ACTA DE DEFUNCIÓN

De algo tengo que morir.

Tal vez muera de viejo
de manera natural por
alguna enfermedad de la edad
que termine de una vez con mis días.

Tal vez muera mañana
en algún absurdo accidente
por culpa del destino
que ya tenía preparado su plan.

Tal vez muera de un infarto
que no dé ni siquiera tiempo
para llamar a la ambulancia
a pedir los primeros auxilios.

O quién sabe, tal vez muera
de una pulmonía por el frio
de tantas noches heladas
en que no supe nada de ella.

O posiblemente muera en la hoguera
por pensar diferente (siglo XXI)
acusado por hipócritas que creen tener
el poder de La Inquisición para aniquilar.

Pero quizá el suicido sea una buena opción
si las cosas se tornan difíciles
rápido de un único disparo en la sien
o cortándome las venas de las muñecas.

Aunque yo preferiría morir de amor
en una agonía lenta, sin remedio
infectado hasta los tuétanos por esa mujer
que entró en mi cuerpo para no salir.

De algo tengo que morir.